domingo, 14 de octubre de 2007

PAULA REGO, Retrospectiva

El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía acoge desde el pasado 26 de septiembre y hasta el 30 de diciembre una exposición de las obras de PAULA REGO.

"Si yo pinto a mi perro exactamente como es, naturalmente tendré dos perros, pero no una obra de arte."Johann Wolfgang Goethe
Pintora portuguesa. Se forma en la Slade School of Art (1952 – 1956) de Londres, ciudad en donde se instala definitivamente en 1976. En los años sesenta su obra se deja llevar por la virulencia, mezclando collage y dibujo en algo similar a un dripping controlado; se acerca de esta
manera a lo propuesto por el art brut aunque progresivamente opta por los grandes formatos en los que estructura narraciones que cuentan historias que podemos reconocer como nuestras. A finales de los años setenta estas piezas alcanzan su plenitud, sin duda ayudadas por la ola de la nueva figuración que invade el panorama artístico; se trata de conflictos emocionales protagonizados por figuras que dan a conocer nuestra inconsciencia. Representaciones simbólicas que transmiten pensamientos y experiencias que seguramente, no seríamos capaces de articular por medio de la palabra. Desde 1986, tras un periodo dominado por las notas del neoexpresionismo Rego recorta sus figuras en un espacio ilusionista en el que se aprecian referencias a creadores tan distantes como de Velázquez .
En plena dictadura de Salazar, que mantenía a la mujer en una escala inferior a la del hombre, considerada como objeto de trabajo doméstico y con sus promesas de castigo a la desovediencia. En ese contexto, las historias de la Comtesse de Ségur (una escritora francesa del 1800 que escribía cuentos con mujercitas caprichosas e insolentes) sembraron en su cabeza la posibilidad de una vida con más oportunidades. Durante toda su carrera ha demostrado una insistente preocupación.
-“…cómo dar sustancia a formas que un día parecían sólidas y reales y, al otro, puro polvo, ligeras y a punto de volarse”.
Hasta que las sombras se arrastraron por sus pinturas y parecieron colocar plomadas a los lienzos. Se plantaron ahí, y con ellas entraron las mujeres, grandotas y atrevidas, con la solidez de una Sibila Cumea de Miguel Ángel. Las mujeres llevaban polleras enormes, llenas de pliegues y volados que les cubrían todo el cuerpo y escondían debajo miles de secretos incontables, y estaban resueltas en un naturalismo molesto, inquietante, que más de una vez la identificó con Balthus, asociación que en rigor se basa más en el estilo que en la sustancia. En Rego todo se da en el centro: nosotros, ella y las mujeres, todos revueltos y con la puerta abierta de par en par.
-“Siempre, de una forma u otra, hablo sobre la dominación, sobre la opresión y la violencia, sobre todo lo que la psiquis no revela”.
Así, nadie mejor que Paula Rego para captar visualmente los paisajes interiores de la mente y el fuego interno que consume a la heroína de la novela de Charlotte Brontë. Esas afiladas estrategias de evasión hacia el mundo de la imaginación y la necesidad de alzar la voz y tirar abajo las estanterías hicieron de Brontë y Rego una buena dupla. -"Mi tema favorito son los juegos de poder y las jerarquías”. Pero la imagen es tanto más ambigua, tanto más llena de posibilidades, que lo mejor es mirarla y mirarla hasta que los ojos duelan de cansancio.
-“El hecho de no intentar hacer arte mejora lo que hago”.
El ingreso de la mujer en la escena del arte ha sido la revolución artística más importante de la segunda mitad del siglo XX. Sumada al empeño en seguir dibujando y, más aun, de dibujar historias (cuando las historias parecían ser el último orejón del tarro del arte), consiguieron darle a su trabajo una intensidad poco común. (Fuente del texto: entrevista 17 de junio de 2007 para una revista de arte)
Después de leer un poco sobre la vida de la autora, que ayuda a entender su obra, merece la pena ir a ver la exposición. Desde la visión modesta de alguien que está aprendiendo, Paula Rego consigue dominar la pintura para lograr crear mujeres que hablen por sí solas, con sus posturas descaradas, sus miradas que hablan de fuerte personalidad. Damas con gestos que podrían ser perfectamenste reales. Lo crudo se hace creíble, real y soprende.

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